Shamo: Gallo de pelea
Artículo en profundidad sobre el manga Shamo: Gallo de pelea.
Los casos de violencia desmesurada protagonizada por adolescentes han conmovido a la sociedad de todo el mundo en los últimos años. Este nuevo tipo de violencia, antes incitado y caracterizado por su especial dureza, ha puesto la voz de alerta tanto en educadores como en expertos Psicólogos.
Casos como el de las matanzas en colegios estadounidenses perpetradas por jóvenes aparentemente normales, armados con armas de fuego o ejemplos mas cercanos a la sociedad española, véase el caso del llamado “Asesinato de la Katana” o las chicas gaditanas que asestaron sendas puñaladas hasta acabar con la vida de su propia amiga; son motivo de revolución mediática y por tanto del consiguiente revuelo social.
Japón, como no podía ser menos, no se quedaba atrás en este tipo de fenómenos. En mayo de 1997, la ciudad de Kobe, un caso que aún se recuerda con miedo e indignación sacudió en este, en apariencia, tranquilo país. El llamado “Incidente Sakakibara” inundó las pantallas de todo el país y mantuvo en vilo a toda una sociedad durante un mes. Un chico de 14 años, nacido y criado en el seno de una familia acomodada, con un expediente académico envidiable, se reveló como un asesino cruel y despiadado como pocos. Tras asesinar y cortar la cabeza de su víctima, un estudiante como él, colocó dicha cabeza a las puertas de un colegio junto a una nota que rezaba: “Bien, aquí comienza el juego. Estúpidos policías, paradme si es que podéis. Disfruto matando y quiero seguir viendo morir gente.”
Finalmente, fue detenido y acusado no sólo de ese crimen, sino de ataques a otras chicas en fechas anteriores habiéndole causado la muerte a una de ellas.
Shamo, preocupación social convertida en manga
Shamo comenzó su serialización un año después de dichos sucesos, cuando aún coleaba el caso (acompañado por otro de características similares en el que el estudiante asesinó a apuñaladas a una profesora). Las referencias no sólo a estos casos, si no a todo el debate que sobre la educación y el comportamiento de los jóvenes venía manteniendo la sociedad nipona, y por extensión otros muchos países, son un punto clave en esta obra que se aleja de tópicos.
Basta mirar las primeras páginas de este manga para saber que no estamos frente a algo convencional. Unas páginas sin diólogo nos muestran que este manga es diferente a todo lo que antes se ha visto.
Ryo Narushima, 16 años, estudiante de expediente académico sobresaliente, primogénito de una familia acomodada, acaba de asesinar a sus padres ante la atónita mirada de su hermana. Un inicio brutal para narrar la historia de un antihéroe, la historia de un hijo ejemplar cuya mente estallo, marcando así el destino con el filo de una navaja.
Tras esta primera escena, vemos cómo Ryo se traslada a prisión. La ley de menores establece su reclusión durante un periodo de dos años, tras el cual será nuevamente libre. Sin embargo, su nombre ya es conocido gracias a los medios de comunicación, que se hicieron eco de la noticia con todo tipo de detalles, como ocurriría en la realidad con el caso Sakakibara. Está marcado desde su llegada, no sólo por los guardias y el alcalde, sino por los propios reclusos.
Allí será objeto de todo tipo de vejaciones y palizas por parte de sus, por así llamarlos, compañeros. Desde el primer momento, su condición de parricida y de jovencito inocente hace que el cabecilla de los reclusos le tome como su favorito desde la primera noche, contadas las implicaciones que eso conlleva.
Sin embargo, en ningún momento de la obra se puede olvidar que tras ese protagonista magistralmente caracterizado como un chico enclenque y de mirada melancólica, hay todo un asesino producto de una psique atormentada, hecho que lleva a la historia a dar verdaderas puñaladas de realidad y crueldad al lector con la lectura da cada página.
En medio de toda esta vorágine de sucesos, dos personajes servirán de pilar mental para el desarrollo futuro del joven Ryo. En primer lugar su hermana, Natsumi, quien presenció cómo sus padres eran asesinados. Durante una visita a la cárcel hace saber a su hermano que no le guarda rencor por lo que hizo, sino por obligarla a buscarse la vida tras ser marcada por la sociedad como la hermana de un asesino. Sin embargo, Ryo promete protegerla con todas sus fuerzas mientras que ella se aleja andando por el patio de la cárcel bajo la lluvia. El otro personaje que condicionará irremediablemente la vida del protagonista es Kurokawa. Se trata de un recluso entrado en años que es trasladado todas las semanas al reformatorio desde la prisión donde está recluido. Su aspecto es el de un anciano de tez curtida y de baja estatura, aunque tremendamente robusto. El objeto de su traslado semanal no es otro que enseñar karate a los jóvenes para así darles disciplina.
Ryo se da cuenta de que su única esperanza de sobrevivir es hacerse fuerte, por lo que entrega sus días al ejercicio y aprendizaje de esta disciplina oriental alentado por el profesor, que ve un gran potencial en él.
Ésta es la base principal de Shamo, un chico sosegado cuyos estallidos de rabia son impredecibles y que se inicia en las artes marciales y el zen para sobrevivir en un entorno donde es claramente una presa fácil.
Apartado Técnico
Tanto el guionista, Izou Hashimoto, y el dibujante, Akio Tanaka, tenían muy claro desde el principio a qué se enfrentaban. Un argumento y unas situaciones tan brutalmente reales debían ir acompañadas de un grafismo igualmente salvaje. No hay cabida a otra cosa que no sea oscuridad, tanto en guión como dibujo. En los rostros de los personajes se puede apreciar perfectamente lo que la vida le ha dado. La expresión de los ojos, en especial la de Ryo en las escenas más violentas, transmiten sensaciones inalcanzables en cualquier otro tipo de manga. Reflejan el estallido de la ira, la locura, la ausencia total de una moralidad que se pierde tras una espesa cortina de sangre.
Cada personaje está perfectamente definido, identificándose perfectamente a cada uno de ellos con el papel al que está destinado en la obra.
Opinión
Sin duda alguna, Shamo es una de las obras que más me ha sobrecogido en los últimos meses. Su desarrollo rápido y directo, acompañado de un dibujo que expresa sin problemas todo aquello que las palabras no llegan a decir, hacen la lectura fluida y terriblemente entretenida. A destacar la sensación de inquietud que muchas escenas pueden causar en el lector, llegando incluso a poder herir la sensibilidad de un público no preparado para tal desfile de violencia y sentimientos. El desarrollo de los personajes se da desde la primera página y de hecho es crucial para entender a cada uno de los individuos que desfilan en la obra. No estamos simplemente ante un manga en el que la violencia es la principal conductora de la trama, si no que esta sirve, así como muchos otros aspectos, para llevar al protagonista en su cruzada por encontrar respuestas a su atormentada mente.
Para los interesados, destacar que el manga de Shamo: Gallo de pelea está siendo publicado en español por Otakuland Ediciones, habiendo aparecido hasta el momento 13 tomos.