Metrópolis
Una de las primeras obras de Osamu Tezuka, editada por Glénat.
Ediciones Glénat rescató recientemente, con motivo del pasado Salón del Cómic de Barcelona, una de las primeras obras de Tezuka: “Metropolis”. La obra al completo del nombrado “dios del manga” lleva décadas dando la vuelta al mundo y siendo traducida a innumerables idiomas.
Con la siempre creciente expansión del manga en España, la citada editorial Glénat tiene una colección dedicada íntegramente a “Osamu Tezuka”, donde otras dos de sus publicaciones son “Astroboy”, el mayor éxito de Tezuka, y “Black Jack”. Ambas continúan editándose actualmente.
Metrópolis fue publicada en 1949, cuando Tezuka contaba con 21 años. Es una de sus primeras fases en el cómic, ya que hacía apenas 3 años que había comenzado su andadura frente al manga. El mismo nombre de “Metropolis” puede recordar a la obra cinematográfica del director Fritz Lang, creada en 1929, que ostenta el título de la primera película de ciencia ficción. No obstante, el mismo Tezuka en el epílogo deja claro que el nombre es casi la única cosa que tomó prestado de la película. Cuenta que se inspiró para crear el manga en un fotograma visto en alguna revista japonesa de cine, como “Kinema Junpô”, y que le gustó cómo quedaba el nombre de “Metropolis”, ya que su historia es básicamente una historia en una gran urbe, de una ciencia ficción espeluznante para la época. No obstante, Osamu Tezuka no había visto la película cuando dibujó y creó el manga. La última gran noticia sobre “Metropolis” es, además de que haya sido traducida al castellano, su adaptación al cine “Metropolis 2001”.
Con su obra “Metropolis”, de un único tomo, se inicia la “trilogía de los inicios de la ciencia ficción”, como muchos aficionados lectores y críticos han titulado a: “Metrópolis”, “Lost World” y “Kuru beki sekai” (El mundo que debe venir).
Uno de los datos más curiosos de “Metrópolis” es el personaje Michi, en el cual se basaría para crear, con algunos retoques, a Astroboy. Sin duda se puede ver un ligero parecido físico y sobre todo en los poderes que tanto Michi como Astroboy ostentan.
El gran Legado de Osamu Tezuka
Nació en Osaka (Japón) en 1928. Estudió medicina en la universidad de la misma ciudad y allí comenzó a dibujar como hobby, y publicó su primer título “Machan No Nikkicho” (El diario de Machan), en 1946, siendo aún estudiante universitario. Pero no fue hasta la aparición, en 1947, de su primera obra celebrada “Shinkatarajima” (La nueva isla del Tesoro) cuando comenzó a consolidarse como autor e historietista. A este título le siguieron otros como”Metropolis”, del que trata esta reseña, en 1949 y la aparición de una de sus grandes obras en 1952: “Tetsuwan Atom”, conocido también como “Astroboy”. Otras de sus grandes obras fueron “Jungle Taitei” (El emperador de la Jungla, también conocido como Kimba, el rey blanco, 1951) y “Ribon No Kishi” (La princesa Caballero, 1953).
Fue nombrado “dios del manga” o precursor del a veces llamado noveno arte, no porque antes no existieran las viñetas y sus afamados creadores, sino porque creó un estilo propio: el de los grandes y luminosos ojos, y una filosofía a la hora de publicar una historia. Hasta el momento de la aparición en escena de Tezuka, se publicaba mucho manga, pero casi todo estaba compuesto por historias cortas. Él revolucionó eso, creando argumentos largos que se continuaran a través de varios tomos, algo desconocido hasta entonces. Creó las bases de la actual industria japonesa de manga, que tanto ha evolucionado desde entonces. Además hizo especial hincapié en la ciencia ficción, como demuestran muchas de sus obras.
En sus primeras obras, como “Metrópolis”, se deja entrever la admiración que sentía por Walt Disney, otro de los grandes, pero esta vez de occidente. En sus viñetas podemos ver la influencia que América causó en él, haciendo aparición de superhéroes y dibujos muy similares al estilo Disney, así como guiños claros hacia él: ratones gigantes casi idénticos a Mickey Mouse, vestimentas similares e incluso las poses y el humor importado de Estados Unidos. Una curiosidad con respecto a este tema es la polémica que hubo por el increíble parecido entre “El rey león”, de la factoría Disney, con “Kimba, el león blanco” (Jungle Taitei), hasta en escenas, momentos argumentales, etcétera. Sin embargo, lejos de ser una afrenta personal, casi podríamos decir que, de ser ciertas tales “acusaciones”, podría perfectamente tratarse de un tributo al gran autor, al igual que éste se basó en muchos estilos de Disney.
El maestro Tezuka se vio muy marcado por la horrible Segunda Guerra Mundial, y toca temas colindantes a ella en sus creaciones.
Murió en 1989 dejando una enorme colección de más de 700 mangas realizados y un total de 60 películas. No es de extrañar que “Metrópolis 2001” se llevase a la gran pantalla, como tributo a uno de los grandes autores del manga, y tampoco lo es que estén en constante reedición sus obras.
Obras más destacadas
– Shintakarajima (La nueva isla del tesoro, 1947)
– Metrópolis (1949)
– Jungle Taitei (El emperador de la jungla, 1951)
– Tetsuwan-Atom (Astroboy, 1952).
– Ribon No Kishi (La princesa caballero, 1953)
– Hi no Tori (Fénix, 1954-1988)
– Los vampiros (1966)
– Dororo (1967)
– Black Jack (1973)
– Buddha (Buda, 1974)
– Adolf (1983)
Argumento
Los dinosaurios dominaron en la era mesozoica, y se extinguieron en el cenozoico, debido a los cambios del medio ambiente. Les siguieron los mamíferos y, con ellos el ser humano, cuya mayor arma era su inteligencia. El ser humano ha llegado así a la cumbre de su desarrollo, cuya máxima representación es la ciudad Metrópolis.
Verano de 19XX, la gran ciudad se encuentra atestada de gente, y eso se puede ver en las primeras páginas donde los enormes rascacielos y las masas de gente donde no cabe un alfiler están por doquier.
En la convención mundial de científicos se da la noticia de que unas manchas negras han aparecido en la superficie solar, lo cual crea un incremento de la radiación producida por éste y sus efectos nocivos.
El doctor Laughton, que está investigando en la creación de células artificiales, observa como el aumento de radiación es beneficioso para éstas, y consigue crearlas. Entonces aparecen en escena el malvado y narigudo Barón Rojo y sus secuaces del “Partido Rojo”, pidiéndole que construya para ellos un humano artificial con superpoderes. Él crea a Michi, un niño con cara de ángel, que tiene la capacidad de convertirse en niño o en niña y muchos superpoderes, como volar o una gran fuerza. Pero Laughton se siente tan desdichado por haber creado un arma tal para los propósitos deshonestos del Barón Rojo que decide llevárselo y hacer desaparecer todas las pruebas. Lo intenta criar como a un niño normal, pero viviendo detrás de una máscara, al salir a la calle, para que no le reconozcan. Michi, sin embargo comienza a impacientarse por salir; y lo consigue. De una forma fortuita el Barón Rojo descubre que sigue vivo y ahí comienza la aventura.
La diferencia entre el enorme potencial de Michi y su inocencia son abismales, porque él no es capaz de controlar su fuerza y no sabe porqué la tiene. Cada vez que descubre alguno de sus superpoderes y la gente se asusta, es desdichado porque él creía que era un niño normal hasta que le relatan la verdad del experimento de su padre Laughton.
Aunque está salpicada de mucho humor, esta es una obra que habla sobre las consecuencias que podría tener llegar a un estado muy avanzado de tecnología, e incluso crear robots para el uso en trabajos duros, o crear humanos artificiales. También vemos la corta evolución de Michi a la par que descubre sus poderes y que no es un “humano normal”.
Edición
La edición de Glénat “Metrópolis” cuenta con 168 páginas, está basada en los cómics japoneses, tiene el mismo sentido de lectura nipón. Pertenece a la colección dedicada a Tezuka que tiene dicha editorial. Nos viene presentado en tomo japonés, con sobrecubierta a todo color. En sus páginas encontramos una breve biografía (en la sobrecubierta), la historia “Metrópolis” que ocupa 158 páginas, un epílogo escrito por el mismo Tezuka y un epílogo escrito por el grupo Tezuka y retocado por Glénat.
Tenemos que destacar que el dibujo no se parece a lo que hoy llamamos manga. Los personajes son algo más dispares que en el manga actual y tienen menos realismo, porque Tezuka hace gala de una enorme imaginación, creando personajes graciosos y de clara influencia de Walt Disney. El Barón Rojo, por ejemplo tiene una enorme nariz aguileña y el pelo a modo de cresta de gallo peinada con gomina. Michi es un pequeño niño de zapatones grandes, pantalones cortos y cara angelical, muy andrógina. En el cuerpo de policía, además de tener todos unos nombres curiosos (en la traducción al castellano los hay tan divertidos como “Johnny Melavo” o “Esfínter”) son muy dispares, unos rechonchos, otros alargados. Tezuka demuestra su gran habilidad creando personajes, y su humor, quizás algo pasado de moda ya, demasiado inocentón, pero muy divertido.
En el epílogo tenemos cuatro páginas escritas por el mismo Tezuka explicando un poco sus inicios y la curiosa historia del “akabon manga” (manga de muy mala calidad que se hacía en la década de los 40 en Osaka) y como, gracias a él y a la editorial que se lo propuso, se comenzó a publicar en un formato más lujoso, como ya se llevaba haciendo tiempo en Tokyo. Además cuenta curiosidades como de qué otras historias tomó prestados personajes y demás.
La edición de Glénat además cuenta con unas aclaraciones bajo el nombre “Metrópolis o la formación de un maestro del manga” donde se relatan la carrera de Tezuka, así como sus influencias externas y cómo revolucionó el Japón de la posguerra con sus historias.
En general la edición es muy buena, pero quizás se hubiera echado en falta que fuera más de lujo, como en su primera aparición en Japón, ya que una gran obra del maestro Tezuka siempre apetece tenerla en un buen formato.
Conclusión
Los seguidores de “Astroboy” estarán agradecidos de que Glénat haya publicado una de sus tempranas obras de ciencia ficción, cuando Tezuka (con tan sólo 21 años) aún estaba buscando un estilo y probando muchos tipos de dibujo, así como las líneas de movimiento, una auténtica revolución.
Recomiendo fervientemente el manga “Metrópolis”, sobre todo si se está interesado en los comienzos del autor, en otros tipos de manga y en conocer cómo era la ciencia ficción de hace más de medio centenar de años. Personalmente he podido ver el parecido con Disney en algunas de sus viñetas, que sin duda es complicado explicar, porque es más bien una sensación, una pose, un tipo de vestimenta muy característica, e incluso un humor determinado.
Se disfruta mucho leyendo la historia y, sobre todo sabiendo que se trata de una obra de un aclamado autor.